Queridos niños:

             ¿Cómo están? Me los estoy imaginando mientras escribo… casi los estoy viendo ahí sentados, y hay un niño que se levanta todo el rato, es que quiere molestar a ese otro niño, el del pelo tieso, que lo tiene así de tieso porque le echaron cola fría en la mañana… perdón, ya me estoy imaginando historias. Lo más probable es que no se parezcan en nada a cómo los estoy viendo ahora… en realidad son niñitas, están en la última hora, al sol, sentadas en el patio porque el profe les dio permiso para hacer esta actividad afuera hoy que está rico el día y además no les ha contado, pero está contento porque ayer su señora le dio la mejor noticia del mundo, que estaba esperando una guagüita… perdón, de nuevo me estoy imaginando historias. En realidad es probable que pase horas imaginándomelos y no acierte nunca a la realidad, pero es que a mí me gusta imaginar. Por eso no me aburro nunca, porque en cualquier momento me pongo a imaginar historias.

           Desde que era muy chica a mis papás les encantaba viajar en auto, así que pasaba horas mirando por la ventana paisajes de ciudades, pueblitos o campos. Me fascinaba imaginar cómo sería vivir en cada una de esas casas, qué amigos tendría, a qué jugaría… Y hasta hoy me pasa lo mismo. Cada cosa que veo me provoca una historia en la mente. Si estoy esperando en la cola de un supermercado, estoy imaginando la historia de la persona que tengo frente a mí, la del cajero, la del guardia de seguridad; otras veces me imagino a mí misma en miniatura entre las cosas, o gigante tratando de no pisar a nadie, o volando, o invisible... Creo que escribir es una forma maravillosa de recordar lo que imagino, porque la imaginación es infinita, pero la memoria no, y si no escribo, luego se me va olvidando todo lo que invento. Me encanta encontrar libretas viejas, hojas dobladas en el bolsillo de un abrigo o, incluso, la parte de atrás de alguna boleta de cafetería, y descubrir que ahí había anotado lo que imaginé al ver una persona o alguna idea loca que se me cruzó por la mente. Muchas de esas anotaciones luego terminan convertidas en poemas, cuentos o incluso en capítulos de libros. Por eso siempre, a donde quiera que vaya, llevo conmigo un lápiz.

         Estoy segura de que la imaginación se ejercita, igual que los músculos, y que con la práctica se va mejorando. Por eso pienso que los niños que escriben lo que imaginan ejercitan su “músculo” de imaginar y crear. Después, leyendo lo que escribieron, vuelven a imaginar, mejorando, aumentando, corrigiendo algunas cosas, desarrollando las ideas. Eso es crear, eso nos permite encontrar soluciones, inventos, novedades para la vida. Eso hacen las personas que mejoran el mundo. Algunos crean grandes inventos, otros grandes formas de vivir… yo sólo invento historias para entretener a los niños, pero pienso que esos niños, cuando se entretienen con mis historias, leen, imaginan y, al ejercitar su imaginación, tal vez se estén preparando para convertirse, en el futuro, en grandes creadores de cosas o ideas maravillosas… O de más historias para otros niños en el círculo sin fin de la imaginación.

           Luz María Del Valle                                  

 

Carta enviada a los alumnos y alumnas de los colegios Chiloé de Puente Alto, Abersan de Colina, Centro Educacional de Huechuraba y Colegio Juan Luis Undurraga Aninat de Quilicura, en distintas fechas durante el año 2016.

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